2015/12/17

AGURRA UNIBERTSITATEARI?

Alguna vez el escritor Borges mencionó que todos los seres humanos nacían platónicos o aristotélicos, que todo estaba en Platón y en Aristóteles, dando cuenta con ello de una tensión que ha marcado la historia de las ideas en el mundo civilizado desde sus inicios. En efecto, si Sócrates descubre la “razón” como instrumento de conocimiento, Platón y Aristóteles, maestro y discípulo respectivamente, construirán sendos sistemas filosóficos que se hallan en la base de posteriores creaciones intelectuales que conforman nuestro saber.  Puestos a resumir mucho, sin duda en exceso, quizás necesitaríamos también a un Nietzsche, completamente contrario al Ágora, pero referido substancialmente a ella, para explicar muy brevemente las líneas fundamentales  del pensamiento clásico o del pensamiento referido a lo clásico.





Detalle



En el cuadro de “La escuela de Atenas” (1510-11), de Rafael  Sanzio,  aparecen los filósofos de la Antigüedad (destaca también la infortunada Hipatia) y otros : Platón con el rostro de Leonardo da Vinci,  señalando hacia arriba, hacia el mundo de las ideas, con el diálogo-tratado Timeo en su mano izquierda, y su discípulo Aristóteles, señalando a la tierra, a la realidad, y con un libro de Ética en la otra mano.  Es decir, estos grandes maestros ya se referían a una tensión, entre las ideas y la realidad, que aflora en toda la historia del pensamiento. Y, sin que fueran óbice en modo alguno las diferencias de sus respectivos sistemas intelectuales (Platón “mira” la realidad desde dentro, mientras que Aristóteles lo hace desde fuera),  entre ellos se llevaban bien: eran maestro y discípulo, y también representaban, como en la amistad, cierta indisolubilidad en sus lazos.

Asimismo ha sido tradicional en nuestras Universidades  la división entre Ciencias y Letras, entre Técnica y Humanidades… , que conferían a la institución la esencia de "alma mater".  Parece, sin embargo, que sobre esta división en equilibrio, que no impide, por supuesto, la interdisciplinariedad, sino que, bien entendida, la alimenta, se cierne un peligro, también globalizado (son, además, tiempos de primacía tecnológica, con todas las ventajas que ello conlleva, pero también inconvenientes si no se actúa con criterio),  un peligro en perjuicio de las Humanidades. El profesor de Recursos Humanos de la Universidad de Alcalá de Henares, Ignacio García de Leániz  Caprile, dice que no sólo el gobierno de Japón, sino también el de los Estados Unidos (así pues, Oriente y Occidente), han tomado medidas para potenciar  los estudios de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, en detrimento de las humanidades, a las que consideran carentes de utilidad y responsables hasta de las crisis económicas.
¿Privaremos, pues, a nuestros alumn@s del acervo cultural que les corresponde y al que tienen derecho moral y jurídico? (con las consecuencias que de este vacío o de esta falta de anclajes  se pueden derivar)?; ¿es el fin de las “ciencias del espíritu”, como dice el profesor de Alcalá mentado? ; ¿es, pues, el “adéu” a la propia Universidad, como afirmó, primero en catalán, el profesor Jordi Llovet?
Yo no lo quiero creer: es más, considero que no debo creerlo. Pues se trata de un equilibrio consubstancial en el ser humano y, si falta o está empobrecida una parte, no dejará de existir, aunque, como decía también el filósofo, existirá en el modo concreto de la ausencia, o, “porque se note dolorosamente su falta”.
Voy a celebrar, si se me permite, la figura literaria de Jorge Luis Borges, quien nació en Buenos Aires y está enterrado en Ginebra (esta vez serían el Norte y el Sur unidos en una biografía ya globalizadora, un poquito anterior, si se me disculpa, al efecto "supra" producido por las nuevas tecnologías), con la imagen dramática de un garboso tango, lleno de tronío.

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