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En el cuadro de “La escuela de Atenas” (1510-11), de
Rafael Sanzio, aparecen los filósofos de la Antigüedad (destaca también la infortunada Hipatia) y
otros : Platón con el rostro de Leonardo da Vinci, señalando hacia arriba, hacia el mundo de las
ideas, con el diálogo-tratado Timeo en su mano izquierda, y su discípulo Aristóteles,
señalando a la tierra, a la realidad, y con un libro de Ética en la otra mano. Es decir, estos grandes maestros
ya se referían a una tensión, entre las ideas y la realidad, que aflora en toda
la historia del pensamiento. Y, sin que fueran óbice en modo alguno las
diferencias de sus respectivos sistemas intelectuales (Platón “mira” la
realidad desde dentro, mientras que Aristóteles lo hace desde fuera), entre ellos se llevaban bien: eran maestro y
discípulo, y también representaban, como en la amistad, cierta indisolubilidad en sus lazos.
Asimismo ha sido tradicional en
nuestras Universidades la división entre
Ciencias y Letras, entre Técnica y Humanidades… , que conferían a la
institución la esencia de "alma mater". Parece,
sin embargo, que sobre esta división en equilibrio, que no impide, por
supuesto, la interdisciplinariedad, sino que, bien entendida, la alimenta, se
cierne un peligro, también globalizado (son, además, tiempos de primacía tecnológica, con todas las ventajas que ello conlleva, pero también inconvenientes si no se actúa con criterio), un peligro en perjuicio de las Humanidades. El
profesor de Recursos Humanos de la Universidad de Alcalá de Henares, Ignacio
García de Leániz Caprile, dice que no
sólo el gobierno de Japón, sino también el de los Estados Unidos (así pues, Oriente y Occidente), han
tomado medidas para potenciar los
estudios de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, en detrimento de
las humanidades, a las que consideran carentes de utilidad y responsables hasta de las
crisis económicas.
¿Privaremos, pues, a nuestros
alumn@s del acervo cultural que les corresponde y al que tienen derecho moral y
jurídico? (con las consecuencias que de este vacío o de esta falta de anclajes se pueden derivar)?; ¿es el fin de las “ciencias
del espíritu”, como dice el profesor de Alcalá mentado? ; ¿es, pues, el “adéu”
a la propia Universidad, como afirmó, primero en catalán, el profesor Jordi
Llovet?
Yo no lo quiero creer: es más,
considero que no debo creerlo. Pues se trata de un equilibrio consubstancial en
el ser humano y, si falta o está empobrecida una parte, no dejará de existir,
aunque, como decía también el filósofo, existirá en el modo concreto de la
ausencia, o, “porque se note dolorosamente su falta”.
Voy a celebrar, si se me permite, la figura
literaria de Jorge Luis Borges, quien nació en Buenos Aires y está enterrado en
Ginebra (esta vez serían el Norte y el Sur unidos en una biografía
ya globalizadora, un poquito anterior, si se me disculpa, al efecto "supra" producido por las nuevas tecnologías), con la imagen dramática de un garboso tango, lleno de tronío.
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